Por Pilar Alberdi
Hoy he vuelto a releer el libro
El cuerpo nunca miente de
Alice Miller. La edición que yo tengo fue publicada por Tusquets en la colección Ensayo, en 2005.
La obra sigue teniendo la misma imponente fuerza de cuando fue escrita. Nos dice la autora que de esa veneración a los padres marcada por la obligación de cumplir con el cuarto mandamiento, «honrarás a tu padre y a tu madre» devienen la disociación entre sentimientos verdaderos y aquellos que deben ocultarse, especialmente cuando estos son negativos hacia los padres por haber recibido de ellos maltrato, falta de interés y afecto.
Resulta interesante su visión de la anorexia y de la bulimia con relación al «alimento que no hay» (anorexia), o «alimento que no sacia (bulimia)» , porque se confunde el alimento con una necesidad relacional incumplida ya sea con la madre, con el padre o con ambos, que pertenece a la primera infancia, y que luego ha quedado emborronada tras una nube de malentendidos y de circunstancias familiares, no sólo adversas, sino, negadas. Desde
Constelaciones Familiares, este enfoque se completa con el temor de las personas afectadas, por la bulimia o la anorexia, a que el matrimonio de los padres se rompa o uno de los cónyuges se marche del hogar Y, en muchos casos, la enfermedad de un niño o un adolescente, puede estar focalizada, también inconscientemente, en esta necesidad afectiva de que los padres continúen juntos y la pareja no se rompa. Y, por supuesto, los contratiempos que una enfermedad produce en su entorno inmediato, pueden lograr retrasar esa separación, al menos, por un tiempo.
Vivimos en sistemas sociales y familiares, y eso explicaría la manera que cada época tiene para crear la nosología de las afecciones y patologías. Lo que un día puede ser considerado una enfermedad, puede no ser diagnosticado de igual manera veinte años después. Ayer hablábamos de personas histéricas, cuando en realidad, en la mayoría de los casos, habían sufrido abuso sexual. Hoy el término histérica-co no se utiliza. Y, al mismo tiempo que unas definiciones desaparecen, surgen otras: tenemos el Síndrome de alineación parental, cuando tras la separación de una pareja, los niños quedan de manera exclusiva bajo la tutela de uno de los padres, lo que los condiciona en su percepción del otro miembro de la pareja ausente; decimos «obesidad» pero también podríamos cambiar el término por otras afecciones propias de la época en la que vivimos como el acceso fácil a los alimentos, unas malas costumbres alimenticias, la falta de ejercicio, la soledad; surgen los «niños hiperactivos» y se los medica, pero al mismo tiempo surgen otros estudios que intentan explicar el tema desde otras perspectivas sistémicas.
Si hay algo que le cuesta a las personas es reconocer en una terapia su mala relación con sus padres. En general se sienten culpables de no amarlos, o de no sentir lo que otros sí pueden sentir por los suyos.
Por eso
Alice Miller habla de la importancia de un «testigo-confidente». Alguien que reconozca en la confesión que está oyendo, un daño para la persona que lo sufrió y que tomando coraje lo relata. La víctima, al sentirse reconocida en su dolor, se autoafirma. Es algo que se percibe claramente en los casos de violencia doméstica, violaciones, maltrato físico y/o psíquico, etc. Y entonces, aquello que se aceptaba como parte de una convivencia familiar que había que mantener en silencio, deja de aceptarse. La comunicación libera. Aparta del daño, e incluso descarga del deseo de venganza. Y sobre todo, se logra alejar conscientemente a la siguiente generación de sufrir el mismo daño.
Resulta dramático leer tantas veces en la prensa casos de mujeres que por no haber denunciado en su día a padres violadores, exponen a sus propias hijas e hijos a estas personas ya convertidas en abuelos.
Ahí, es donde hay que trabajar.
hola,la sensación de culpa es la mayor lacra que puede dejar la falta de afecto en un niño. ¿qué se puede hacer con esa culpa ya de adultos?
ResponderEliminarun fuerte abrazo
Marian
Gracias Marian, por pasarte por aquí, y dejar tu opinión. No hay una solución igual para todo el mundo. Las causas del desamparo que uno porta pueden ser muy diferentes. Al maltrato físico, siempre le ha precedido un maltrato psíquico, y luego han persistido los dos. Creo que la cuestión es romper la cadena;que la culpa no pase de una generación a otra. Hay personas más fuertes y la cantidad de dolor recibida las hace seguir enfrentando la cuestión hasta poder llegar a la comprensión de los hechos. Hay quien se siente débil y no se enfrenta,aunque sabe que debería hacerlo, y eso le debilita aún más porque le hace sentir cobarde o con baja autoestima. A veces una bajaautoestima barnizada de orgullo o rebeldía, pero que tampoco conduce muy lejos. Igual que no se va muy lejos con drogas (alcohol o de otro tipo) que solo ayudan a hacer falsas separaciones de los problemas que acarreamos.
ResponderEliminarHay quien escribe, y ese escribir, libera. Porque los libros como dice un compañero escritor, son como confesores. Pero por sobre todas las cosas, se necesita tiempo. Son males recibidos que han durado años, no podemos esperar superarlos en poco tiempo. El cuerpo está afectado. Se temen las sorpresas, los cambios. Hay que fortalecer el deseo de renovación, de vida. Se necesita tiempo...
Pero cuando hay deseo latente de cambio se puede elegir un tipo de terapia, con una o un terapeuta con el que se pueda sentir confianza, y exponerse a ver las cosas como son. Esto de ver las cosas como son, no sólo es difícil para la persona sino para el terapeuta.
Siempre será un tiempo y un dinero bien invertido si uno quiere acabar de comprenderse a sí mismo y a los demás, si uno quiere escapar de la depresión y la medicación por temas que sucedieron en el pasado, y a la ansiedad por el temor de las que podrían suceder en el futuro.
Para mí, fue muy revelador cuando comencé a hacer mi propia terapia en grupos, ver cuánto dolor portaban las personas. Ha sido una enseñanza importante. Comprendes que no estás solo en tu dolor... Que personas que exteriormente son bellísimas, portan dolor; que personas competitivas y exitosas, portan dolor...Que el dolor forma parte de la vida de relación de las personas, y que lo importante como dicen las palabras que viajan por ese cartel superior de la cabecera de este blog, no es lo que ha pasado en tu vida, sino lo que hagas con ello.
Por último, recordarles a todos, que el que va a terapia "va a escarbar en su dolor", por tanto, tendrá que tocarlo, achicarlo, removerlo, y tendrá que ser capaz de separar de su persona aquello que ya no le aporta nada. Digamos que esto es como el tema del colesterol, hay uno que es bueno y otro que no. Valga el simil... Pero es así, hay dolor que nos ayuda a comprender a los demás, a tener empatía, y otro que sólo produce malestar, cerrazón. Acaso sea el mismo dolor, seguramente lo es, pero tenemos que conseguir que quede dentro de nosotros el que nos ayude, y controlar al otro para que no nos haga daño, ni a nosotros ni a otros.
Cualquier liberación llega poco a poco, si se está en el camino correcto. Y el camino correcto es el de conocerse a uno mismo, y tener claras las circunstancias en que uno ha nacido y vivido sus etapas de mayor dependencia afectiva como es la infancia,y la adolescencia.
Siempre quedarán secuelas que habrá que ir controlando. Pero, sin duda, sea cual sea el caso,ese es el camino.