miércoles, 30 de marzo de 2011

PEQUEÑOS Y GRANDES DICTADORES




Por: Pilar Alberdi

«Resulta entonces que la crueldad, el hambre, la criatura sollozante, no es sino la falta de verdad». Manuel Alvar López.

«Con las meras osamentas de las víctimas del poder de las palabras y de las fórmulas se podría elevar una pirámide más alta que la del viejo Keops». Gustave Le Boon


Sí, pequeños y grandes dictadores. Hay por doquier. Los hay de todas las clases imaginables. Habitan en nosotros mismos. Siempre tienen la voz de la ideología dominante y, por supuesto, la del interés y la conveniencia. Hasta la moda logra ser una dictadora excepcional. Pero no sólo la de la ropa, o la de los muebles, no esa que vemos todos los días en las revistas, en la tele, en el arte, no... La otra, la terrible, la que afecta decididamente a la ética y a las costumbres, a lo que está bien o esta mal, a lo que resulta aceptable o no. Quizá, por eso, me gusta esa frase de Moliere, que dice: «Todos los vicios, con tal de que estén de moda pasan por virtudes». Es demoledora, pone todo tan al descubierto, que estremece. Y aún tiene Moliere otra que dice: «La hipocresía es la mayor de las maldades». Porque la hipocresía, con su facilidad de palabras, con sus racionalismo, con su alusión de «deberías», con sus fusilamientos, lapidaciones, intimidaciones, secuestros, y silencios esconde la vileza, y esta refuerza el egoísmo.
Viene a cuento esta entrada porque no hace mucho alguien me llamó por teléfono para decirme que habían condenado a cadena perpetua a un dictador sudamericano.
Ante mi silencio, la voz, al otro lado del teléfono, me preguntó: ―¿No te alegras?
―No ―contesté pensando en cuántos pequeños dictadores del mismo país no iban a ser juzgados nunca.
Ellos son una gran parte de un pueblo que ahora vive en democracia. Caminan tranquilamente por calles en las que, no hace mucho, fueron asesinadas o desaparecieron personas. Días en los que ellos aprobaban lo que sucedía. Comen a diario. Viajan en autobús, en taxi, en coche propio. Tienen un trabajo o están en el paro. Algunos son ricos y otros pobres. Van al cine. De compras. A la playa. Subsisten con una mínima pensión o se dan el lujo de viajar a Europa. Acaso sentían en sí mismos, igual complejo de superioridad que los dictadores, y les servía para lo mismo que a ellos, para tapar un complejo de inferioridad que subyacía en su pasado. Ya ven, tan distintos y tan iguales. Son los liliputienses de las dictaduras; los invisibles... Son el colmo de la sordidez. Los que cambian de opinión cuando conviene. Los que apuestan sólo al ganador.Y quien crea que no estoy hablando de psicología se equivoca, porque este hacer nuestro, estudia el comportamiento, y se nutre de hechos, de palabras pero también de los silencios impuestos y consentidos. Y no importa dónde ocurra esa falta de la verdad, porque el grito de dolor se escucha siempre.

3 comentarios:

  1. A mi me parece que esta situación es irremediable. Que sólo queda tener conciencia de ella e intentar lo más posible no contribuir con este juego desde nuestra fragmentaria individualidad. Nietzsche es quien habla de nuestra irreversible voluntad de poder, un ejercicio de poder donde la ética es un asunto de fuerza. Algo casi darwindiano. La realidad o el mundo parece nada ético. Lo ético es algo que está fuera del mundo, es trascendente (Siempre me topo con Wittgenstein) Habría que reflexionar los asuntos del poder para calibrar los énfasis y las elasticidades del tema en la práctica. Con Foucault aprendí una versión del poder distinta, no es lo mismo poder que dominio. Sin embargo toda da de bruces en lo irremediable, en el escepticismo o en el pesimismo.

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  2. Gracias Jeroh por tu comentario. Tienes unos blogs donde la gente puede expresar sus pensamientos y eso, siempre, se agradece. Además, te agradezco la generosidad de recoger también los míos.
    A lo que dices de Nietzche, se puede sumar a Adler, que hablaba de la necesidad de sentirnos importantes, acaso porque nacemos tan débiles y necesitados, importancia que deviene en dominio, como tú también señalaas, sobre los otros.
    Para mí, y tengo que reconocer que no me lío demasiado con una diversidad de teorías, porque a nivel práctico se necesita escoger varios puntos de apoyo y seguir adelante, la ética, supone comprensión ,cierto grado de inteligencia que nos obligue a hacernos preguntas y a buscar respuestas. Y ahí está la cuestión, la comprensión nos obliga a sacrificios,que a lo mejor no querríamos. Por eso, porque es tan difícil, supongo que parece superior a nosotros, y de ese modo se puede apreciar desde un punto de vista religioso e incluso filosófico. Pero si como dijo Terencio, "nada del mundo me es ajeno" entonces, más tarde o más temprano, con mayor o con menor conciencia no podremos sustraernos a la ética.
    Un abrazo Jeroh.

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  3. Si amiga, nuestra tendencia a lo ético es un impulso irrefrenable. Nos damos de bruces con esa pared una y otra vez, aunque los resultados sean en apariencia inútiles. Lo ético parece no lograr decisivos resultados colectivos en el mundo, todo queda a medias verdades y confusiones, es una zona de mucha neblina. Tal vez es el problema es que hemos como especie atado lo ético al asunto del castigo y la recompensa. A la factura. Creo que lo ético tiene que ver con un sentimiento interior, una actitud, mas que un resultado o un asunto de causas y consecuencias. Hago lo que hago porque eso me hace sentir bien conmigo mismo sin importar las consecuencias sociales, es un deber irrefrenable, ejemplo Sócrates, la ingenuidad y el fuego de la parresía podría ser.

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