viernes, 14 de septiembre de 2012

SALUD Y ENFERMEDAD


Por: Pilar Alberdi

«Es inútil querer curar el cuerpo sin antes haber curado el alma» Hipócrates

Wilheim Reich dedicó parte de su vida a estudiar las corazas musculares que la gente tenía. Los que callan, por ejemplo, muestran la mandíbula tensa.
Muchas personas no son tocadas ni acariciadas. Un problema muy grave en los ancianos que se quedan solos. Muchos niños no han recibido afecto suficiente y lo exigirán el resto de su vida. Algunos buscarán en sus parejas un padre o una madre...
Para numerosas personas el malestar físico o la enfermedad es una llamada atencional indirecta a los demás. Se muestran los síntomas del cuerpo, no los del alma. Si pudiéramos comprender ¡cuánto veríamos!
Somos eficientes, prácticos, cumplimos con nuestros trabajos y la prisa y las obligaciones marcan el día... A veces no hay tiempo ni para llorar, ni para hacer un duelo por un ser querido...
¿Hay alguien cerca tuyo que está enfermo? Dile que le quieres. Dale el medicamento del amor. Enseña a los enfermos a que se digan: «Necesito salud». Si tuviésemos acceso a su inconsciente, quizá su dolor se podría traducir como «quiero que mis padres no se separen», o «deseo tanto estar más acompañado» o «extraño tanto a mi compañera o compañero que ya no están» o «necesito trabajo» o «me han herido con una calumnia», «he descubierto una mentira», «siento ira o culpa» o tantos temas más.
Dice Paul Auster en una de sus obras «Si tuviéramos higados que hablaran no necesitaríamos Alcohólicos Anónimos». Podría citar más ejemplos, siempre digo que los escritores son grandes psicólogos.
También hay compensaciones que pueden llevar a la enfermedad y a la muerte. No caben dudas. No nos gusta que se mueran nuestros seres queridos, preferiríamos que fuésemos nosotros.
Si admitimos el poder de la mente para enfermar, también deberíamos admitirlo para sanar.
Y viene todo esto a cuento porque ayer releí un poema de Bertolt Brecht titulado «Las muletas». Con seguridad lo escribió durante su exilio fuera de Alemania durante los últimos tiempos de la la Segunda Guerra Mundial. Tuvo que dejar atrás su vida o su vivir... Es un poema simbólico que narra la visita de un paciente a un médico. Comienza así: «Durante siete años no pude dar un paso». El médico le preguntó por qué no podía caminar y él contesto que porque estaba tullido. Pero el médico no estaba dispuesto a escuchar esa excusa y le dijo: «Prueba a caminar. Son esos trastos los que te impiden andar». (Se refería a las muletas) «¡Anda, atrévete, arrástrate a cuatro patas!»
Luego el poeta explica: «Riendo como un monstruo/, me quitó mis hermosas muletas, las rompió en mis espaldas y, sin dejar de reír, las arrojó al fuego». Tomemos nota del adjetivo «hermosas» muletas.
Finalmente, cuando el enfermo toma conciencia, dice: «Ahora estoy curado. Ando./Me curó una carcajada. /Tan sólo a veces, cuando veo palos,/camino algo peor por unas horas».
Creo que la enfermedad siempre va acompañada de «algo que nos enferma», algo que no podemos aceptar, algo que nos duele o nos entristece... Algo a lo que no podemos o no sabemos encontrarle una solución.
Quizá todos llevamos muchas veces esa renuncia a no seguir adelante, ese no saber qué hacer, esas «hermosas muletas» de las que nos habla el poema. Pero siempre puede haber alguien que nos diga que no nos hacen falta, aunque algunos palos nos las recuerden a menudo.

8 comentarios:

  1. Muchísimas gracias por tu comentario, Bego.
    Saludos.

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  2. Una lección (La de las muletas y la risa) que pudo haberle costado, al cojo, no solo la salud, (su espalda, por ejemplo), sino, llevar un trauma toda la vida a cuestas. No debemos de olvidar que la enfermedad vive y se alimenta de nuestros propios fantasmas y limitaciones personales, nada sirve, si uno no quiere que sirva.
    Antes de querer curar al cuerpo, hay que curar al alma.
    Excelente artículo, Pilar, como todos los tuyos. Un abrazo.

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  3. Muchas gracias por tu comentario, Frank.
    Saludos y buena semana.

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  4. Un artículo esclarecedor, Pilar. De cada uno depende la capacidad para desarrollar salud en todos los aspectos que nos constituyen. Del equilibrio saludable entre ellos depende nuestra salud integral, psíquica, emocional, mental, etc..., todas ellas supeditadas a la la voluntad de cada cual para escoger lo saludable :) y no sumirse en la limitadora autocompasión.

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  5. Muy agradecida por tu comentario, Carmen. Hay que prepararse todos los días mentalmente para estar bien. Se requiere un esfuerzo mental y físico considerable. Pero hay que intentar estar sanos.
    Un abrazo.

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  6. Mi hijo siempre dice lo mismo, que desde que estudia en casa está más relajado y feliz, por eso no se pone nunca malo. Y razón no le falta.

    Gracias por este estupendo artículo.

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  7. Muchas gracias Paloma por tu comentario. Me encanta saber que tu niño está muy bien y es feliz.
    Un abrazo.

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