jueves, 28 de noviembre de 2013

Lealtades familiares


Por: Pilar Alberdi

Llegan las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Es un tiempo en que las «lealtades familiares» tocan los corazones. Se piensa en quienes ya no están entre nosotros, y a quienes seguimos amando; en aquellas otras personas con las que convivimos a diario y cuya presencia en nuestra vida agradecemos; en aquellas otras, de las que nos hemos separado en alguna parte del camino; en las que desearíamos volver a ver; en las que esperamos que aparezcan, como por encanto, entre los regalos de Año Nuevo.
Tiempo de lealtades familiares, de esas que son también como cadenas, de las que llenan con pasión o desasociego nuestros recuerdos, de las que un solo pensamiento hacia ellas, nos alegra el día o lo llena de nubes de tormenta.
Tiempo para derramar alguna lágrima, pero también para renovarse y sanar heridas.
Mira en tu interior a qué personas estás atada/o por el daño que sentiste. Intenta ver aquello que puedan tener de positivo, búscalo, escríbelo en un papel, aunque te suponga un esfuerzo, seguro que algo te han dado, ya sea por ellas, o porque su enseñanza, lo que no debería hacerse, o la forma como no se debería ser, te sirvió para tu vida.
Hay lugar para la paz en tu corazón, para el equilibrio. A veces, todo consiste en tomar conciencia de cuántas cosas podemos agradecer, pese a todo o gracias a todo. A mí me gusta mucho hacer ese ejercicio: «Doy gracias por...» Todo es comenzar. De repente, encontramos tantísimas cosas para agradecer.
En el libro El centro se distingue por su levedad de Bert Hellinguer, en donde se recogen algunas de sus conferencias, y otros escritos, hay numerosos ejemplos de lealtades familiares, con una clara exposición de lo que son las «compensaciones». Pero de todas ellas, quisiera entresacar estas líneas porque creo que marca algunas de las cuestiones más terribles que se dan en la familia: «La conciencia nos vincula con el grupo importante para nuestra supervivencia, cualesquiera que sean las condiciones que este nos imponga. La conciencia no está por encima de este grupo, ni por encima de su creencia o superstición: está a su servicio». Se refiere a distintos grupos, podemos entenderlo como culturales, políticos, etc., pero también a la familia, a la que el texto remite finalmente. De ahí, muchas equivocaciones, muchas fidelidades que conllevan favoritismos hacia unos y negaciones hacia otros.
¿Se han preguntado alguna vez en dónde están los abrazos que no se dieron, los besos que no se entregaron? Quizá sea momento de poner orden. Si todavía están en nosotros, será el momento adecuado para entregarlos, así sea en pensamiento, y quedarnos en paz.



1 comentario:

  1. Cuan ciertas las palabras sobre las fiestas y las lealtades familiares. Gracias por este texto... Muy hermoso...

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