miércoles, 21 de julio de 2010

LIBROS DE AUTOAYUDA



Por Pilar Alberdi

«Nuestros puntos de vista hacen nuestro mundo tal como es. Una nueva consciencia crea un mundo completamente nuevo». Vernon Howard


¿Sentimos que todos los libros de autoayuda se parecen? A veces, una siente algo similar a lo que acabo de preguntar. Y, sin embargo, quien los lee se siente reconfortado por una sencilla razón: descubre que eso que le está pasando, al parecer, les ocurre también a más personas. Por esta ley, tan simple, me atrevería a decir que todos los libros de autoayuda son necesarios. No importa si alguna de las cosas que hoy nos dice, por ejemplo, Louise L. Hay, antes las dijeron otros, como por ejemplo, Vernon Howard en un libro titulado Sicopictografía, publicado en España hacia los años sesenta. Ni importa si algo de lo que afirma este autor, también lo señalaron otros, porque no por repetidos o similares algunos conceptos dejan de ser fundamentales.
Señalaré algunos:
1.La importancia de vivir desde un «yo verdadero», auténtico, y no desde «un falso yo» hecho a la medida de otros, que puede llevarnos a sentirnos impotentes e incluso a la enfermedad.
2.La necesidad de elevar el nivel de consciencia a través de la aceptación y comprensión.
3.Hacer cambios en uno, es más importante que pretender cambiar las circunstancias exteriores.
4.La decisión de vivir en positivo y ser feliz es individual, no debe esperarse ni apoyarse en cosas o personas.
5.La importancia de la esperanza y la flexibilidad.
Otros autores, en libros más especializados y dedicados en gran medida a los profesionales de la psicología nos hablan de lo mismo. Ronald D. Laing, por ejemplo, en su libro El yo y los otros nos dice que la «culpa verdadera» se experimenta cuando uno siente que no está siendo como debería ser, y que la «culpa falsa» tiene que ver con no poder ser lo que los demás quieren que uno sea.
Si a esto sumamos las distintas crisis psicofísicas y sociales en las que se ve envuelto el individuo como son los distintos períodos de la vida por las que pasan las personas, es decir, niñez, adolescencia, adultez y ancianidad, así como las típicas crisis producidas por otros fenómenos como del balance profesional amoroso sobre los treinta años, el profesional y laboral sobre los cuarenta, y el moral o ético con respecto a la vida que uno ha vivido cuando uno ya ha cumplido los sesenta años y puede mirar atrás, no podemos negar que la vida resulta bastante conflictiva, que acaso sea cierto que uno está atrapado en su cuerpo, y como diría Ortega y Gasset en sus propias circunstancias, pero también debe quedarnos claro que cada nueva crisis puede ser una nueva oportunidad para nuestro crecimiento personal.

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