Por: Pilar Alberdi
Tenía pendiente de ver la película
Los chicos están bien (2010). La vi este fin de semana, así que aprovecho y la resumo: una pareja de lesbianas ha recurrido a los servicios de una clínica para conseguir un donante de esperma. Cada una de ellas ha tenido un hijo fruto del anónimo donante.
Un dato importante, esa clínica, conserva el derecho para los niños nacidos por este procedimiento, del acceso a los datos de su progenitor, a partir de que estos cumplan 18 años.
Este tipo de datos, en general y lamentablemente, no se suelen facilitar. Digo, lamentablemente, porque los hijos siempre quieren saber cuál es su origen.
La película comienza con un donante ausente.
Los hijos son un muchacho que ya cuenta quince años y una jovencita de dieciocho que está a punto de irse a estudiar a la universidad.
A instancias del chico, la hermana solicita a la clínica ponerse en contacto con el padre, lo que consigue.
Con la llegada del donante a la vida de estas personas, llegan los problemas. Por una parte, las madres tienen que reconocer su presencia. Ya no está oculto, y por otra, el trastorno que ello les causa. Crisis en la familia que ellas habían establecido. Los chicos adoran al padre, y por si fuera poco, una de las dos mujeres comienza a sentirse a gusto en la compañía de este hombre, y acaba manteniendo relaciones sexuales con él.
¿Y cómo termina la historia?, se preguntarán aquellos que no vieron la película... La respuesta es simple: con el donante, otra vez, ausente, aunque no por su voluntad.
Es verdad se ha dado un paso, por iniciativa propia, los chicos lo han conocido. Ya saben quien esta en lo otra orilla de su nacimiento. Allí ya no hay oscuridad. Ya no hay un eco absurdo repitiendo sus preguntas... Sin embargo la crisis no ha hecho más que empezar.
La mujer que no ha mantenido relaciones con el donante, lo increpa, diciéndole: «Esta es mi familia. Si quieres una familia, búscatela fuera». ¿Qué ironía, verdad? Ellas no podrían tener esa familia sin ese donante. Quizá, las palabras que he escrito, una a una, no son las mismas, pero el sentido de lo que le dice sí.
La película, dirigida por Lisa Cholodenko, plantea varios temas importantes: la mujer que ha tenido relaciones con el hombre es censurada por su pareja, los hijos y por ella misma; pero no por haber concebido un hijo con el esperma del donante, sino por haber llegado a enamorarse y tener relaciones con él.
Supongo, que si pudiésemos ver la continuación de esta historia, sabríamos que los hijos seguirán haciendo la forma de ver a ese padre. Han sentido que había puntos de coincidencia, gestos en los que se parecían, afinidades.
Pero termina como termina: otra vez con el donante ausente.
En la teoría de Constelaciones Familiares se dice claramente, y siempre pienso que es uno de sus mayores aciertos: no puede haber negados, ni olvidados en la familia, y este donante es parte de esa familia, reconocerlo, es reconocer el derecho de los hijos a saber quiénes son. (Lógicamente, estaríamos en presencia de casos similares con las donantes de óvulos).
Nosotros la vimos hace un mes y nos gusto mucho. Me acorde de lo que nos contaste. Un beso. Sebas.
ResponderEliminarNuevas formas de amar y nuevos modelos de familia. Desde luego, el guión no puede resultar más interesante.
ResponderEliminarGracias Sebastián por pasarte por aquí. Yo también te mando un beso.
ResponderEliminarSonia, qué razón tienes. El guión es de los buenos... De esos que te dejan vivo el recuerdo de la película por mucho tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.